domingo, 15 de diciembre de 2013

Poesía no completa, Wislawa Szymborska





“Poesía no completa” fue editado por Fondo de Cultura Económica en el año 2008 e incluye varios poemarios y otros poemas recientes y anteriores a 1957, lo cual lo convierte en  una antología bastante completa. Los poemas fueron traducidos por Gerardo Beltrán y Abel Murcia.

Lo primero que leí de la autora fue su poema “La mujer de Lot”. Me fascinó su forma de escribir, esa manera de explorar las alternativas de un suceso, el uso de palabras cotidianas para decir cosas de gran intensidad. Inmediatamente, comencé a buscar en  Internet más poemas y sólo encontré unos pocos más. Para mi felicidad, FCE editó la obra de la autora y  compré enseguida su libro. Es la segunda vez que lo leo y cada vez me presenta nuevas facetas. El uso del humor, la ironía, la sutileza, son aspectos importantes en su obra.




Leer a Wislawa Szymborska es adentrarse en la vida cotidiana como si fuera una vida nueva; con simpleza nos adentra en la complejidad. No hacen faltan grandes teorías para hablar de la gente, de la existencia, incluso ni siquiera ponerse tan serios y dramáticos. La poeta explota al máximo el humor y la ironía para mostrarnos esa otra realidad oculta.
         Los elementos de la naturaleza están siempre presentes: hormigas, mariposas, peces, árboles. Además reaparece una voz que cuestiona las guerras, la violencia, de una manera incisiva pero sin lacrimógenos. Es una de sus virtudes, condensar en pocas líneas una idea descomunal: “La vida dura unos pocos rasguños sobre la arena”.
         En sus poemas discurren, desde el pasado, personajes conocidos que se vuelven contemporáneos por medio de diálogos y cuestionamientos. Uno se topa con la Atlántica, con Isaac, con Lot, entre otros. Coloca un suceso o un personaje, lo observa desde varios ángulos, lo ironiza, lo interroga, lo describe, lo niega, para ahondar en una multiplicidad de ópticas que nos invitan a extraer otras posibilidades ahora ya una relectura sobre lo cotidiano. Por ejemplo, es su poema titulado “La mujer de Lot” ella expone un sinnúmero de causas, todas posibles, por las cuales la mujer giró la cabeza hacia Sodoma, que estaba siendo destruida, y se convirtió en una estatua de sal por desobediencia, según consta en el texto bíblico.

Tal vez miré hacia atrás por la curiosidad.
Pero además de la curiosidad pude tener otras razones.
Miré hacia atrás porque me dio tristeza la escudilla de plata.
Por distracción: amarrándome el cordón de la sandalia.
Para ya no mirar la nuca justa
de mi marido Lot.
Por la seguridad repentina de que si yo muriera
él no se detendría.
Por la desobediencia natural de los humildes.
Escuchando cómo nos perseguían.
Conmovida por el silencio, pensando que Dios cambiaría de idea.
Nuestras dos hijas se perdían ya tras la colina.
Sentí la vejez en mí. El alejamiento.
Lo inútil de viajar. Sueño.
Miré hacia atrás preocupada por el siguiente paso.
En mi camino aparecieron serpientes,
arañas, ratones de campo y polluelos de buitre.
Ni buenos, ni malos; simplemente lo vivo, todo,
brincaba y se arrastraba con un temor colectivo.
Miré hacia atrás por soledad.
Por la vergüenza de huir a escondidas.
Por las ganas de gritar, de  regresar,
o porque justo entonces se soltó en viento,
desató mi pelo y me levantó el vestido.
Sentí que me veían desde los muros de Sodoma
y se morían de risa una y otra vez.
Miré hacia atrás llena de rabia.
Para gozar plenamente su rutina.
Miré hacia atrás por todas las razones mencionadas.
Miré hacia atrás sin querer.
Fue sólo que una roca giró gruñendo bajo mis pies.
Que una grieta pronto me cortó el paso.
En la orilla un hámster agitaba las patas delanteras.
Y entonces ambos miramos hacia atrás.
No, no. Yo seguí corriendo,
arrastrándome y trepando
hasta que la oscuridad cayó del cielo,
y con ellas grava ardiendo y aves muertas.
Por falta de aliento varias veces perdí el equilibrio.
Si alguien me hubiera visto, pensaría que bailaba.
Es posible que haya tenido los ojos abiertos.
Que haya caído mirando hacia la ciudad.



La ironía, el humor, los juegos de palabras, como mencionamos, son una constante en su obra. Quizás sea su manera de enfrentarnos contra lo demasiado sublime, elevado, despegado de lo cotidiano. Cuando dice piedra, es piedra, de manera directa. En una entrevista ha dicho: “El yeti es el yeti y la piedra es una piedra. Hay una costumbre excesiva de leer entre líneas, de buscar mensajes secretos. Mi poesía no esconde nada”.
         En algunos poemas, inclusive, ya no nos muestra diversas alternativas sino la imposibilidad, el no suceso. Por ejemplo, en su poema “La no llegada” muestra cómo podría haber sido un encuentro a partir de la ausencia, todo eso que no fue pero que podría ser y que tiene su existencia también en su abolición. “Fuiste avisado con una carta no enviada”. Afines son  los juegos de “qué pasaría si…” donde abre una especulación acerca de eso que no sucedió o no es posible de suceder  “en el paraíso perdido de la probabilidad”.
         Luego también hay otros temas recurrentes como la crítica a la razón como aspecto distintivo de la humanidad, y con ello, la ciencia, la academia, “los círculos cercanos al cielo”, la verdad única. “Se descubrió una nueva estrella, / lo que no significa que se haya hecho más claro / o que haya aparecido algo que hacía falta” (poema “Exceso”).  “No existe un chacal autocrítico”  (poema “Elogio de la mala conciencia de uno mismo”). “Cuatro mil millones de seres en esta tierra / y mi imaginación sigue siendo la misma” (poema “El gran número”).  Está presente también esa línea que nos ata a las otras especies, por lo tanto, la autora, intentará anudarnos de nuevo a nuestra filogenia, la procedencia acuática, nuestro lugar como un suceso más en la naturaleza. “Dejaste el vacío en la cabeza y ansías el saber” (poema “La cueva”).  “Desde hace mucho cerré mi tercer ojo ante todo esto, /me despedí de todo con la aleta, me encogí de ramas” (poema “Discurso en el depósito de objetos perdidos”).  “Y qué hago aquí. / En un día que es martes.  En una casa y no en un nido. / En una piel y no una vaina. Con un rostro y no una hoja” (poema “Asombro”). “…apenas si acaba de labrar su mano, descendiente de una aleta, / el pedernal y el cohete, / es fácil ahogarlo en la cuchara del océano” (poema “Un encanto).
         Su poesía nos permite dudar de nuestro orden, nos adentra en otros posibles. “…hombres, mujeres / (si esta división sigue vigente), /han atravesado este umbral / (si esto es un umbral)” (poema “Cálculo elegíaco”) Ella duda de la humanidad,  de ese todo universal, inalterable, que porta rasgos esenciales que perviven. Ella prefiere hablar de “gente”, quien cruzó un puente, quien camina por la ciudad, quien dejó encerrado a un gato en un departamento y se fue.


VERSOS SUBRAYADOS
●Nuestro botín de guerra es el conocimiento del mundo.
●¿Lo ven?, ésta es Hania, una buena sirvienta. / Y esto no son sartenes sino aureolas.
●Su mantón raído le ladra al viento
●¿Y los pájaros? No te hagas ilusiones: / ayer vi cómo en el cielo / escribían abierta y claramente / el nombre con el que te llamo
●Y los peces se acercaban / a la orilla como estrellas
●Enseño a callar / en todos los idiomas /con un método contemplativo
●Se necesita persona / para llorar / los viejos que mueren / en los asilos
●Un minuto de silencio por los muertos / dura a veces hasta entrada la noche
●Nos conocemos a nosotros mismos / en la medida en que nos ponen a prueba. / Se lo digo a ustedes / desde mi ignorado corazón
La eternidad de los muertos dura / mientras se le paga con memoria, / moneda inestable. Y no hay día / en que alguien no pierda su eternidad
●Nuestro hijo, que tenga un nombre eslavo, / porque aquí cuentan los pelos de la cabeza, / porque aquí separan el bien del mal / según el nombre y la forma de los párpados
●Así que esto es el Himalaya. / Montañas corriendo hacia la Luna. / El momento del despegue eternizado / en un cielo de pronto descosido. / Un desierto de nubes perforado. / Golpe en la nada.
●Yeti, no todas las palabras / condenan a muerte
●Tengo un cuerpo individual que en nada se transforma, / y soy desechable hasta la médula de los huesos
●Hora en que la tierra niega nuestros nombres
●Tanto a ti como al pez y a todos / los reafirma la vida
●La vejez es solo una moraleja / en la vida de un criminal
●A falta de eternidad, han reunido / diez mil cosas viejas
●Quien quiera ahogarse ha de tener un hacha para horadar el hielo
●No retendré ni una briza de hierba / totalmente de acuerdo con su imagen
La historia redondea los esqueletos por decenas. / Mil y uno siguen siendo mil. / Ese no es como si no existiera: / feto imaginario, cuna vacía, / cartilla abierta para nadie, / aire que ríe, grita y crece, / escalera hacia el vacío que baja al jardín, / lugar de nadie en la fila
●Cantaban con tierra en la boca. Un bello canto / que habla de cómo la guerra llega directamente al corazón. / Escribe qué silencio hay aquí
●El ambiente se volvió incómodo, cayó el silencio. Las verdades generales tienen ese problema
Se hizo un violín de cristal porque quería ver la música
●Estropeó el reloj del ayuntamiento para detener de una vez por todas la caída de las hojas de los árboles
●Si los elegidos de los dioses mueren jóvenes, / ¿qué hacer con el resto de la vida?
El pez en la red no canta con mi voz
●Nunca más volveré a morir tan levemente / tan más allá de mi cuerpo, tan sin saberlo, / como alguna vez en un sueño
●Faltan labios para pronunciar / tus nombres fugitivos, agua
●La ausencia tomó forma de horizonte
●Dejamos de pertenecer a los animales. / Quién dejará de pertenecer a nosotros
●La vida es la única ocasión
●La alegría de escribir. / La posibilidad de hacer perdurar. / La venganza de una mano mortal
●Vivir significa estorbar
●Esta primavera los pájaros han vuelto para regresar demasiado temprano. / Alégrate, razón, también el instinto se equivoca
●Para haber tenido una difícil infancia en la obligatoriedad de la manada, / no está mal como individuo
●Piedad para nosotros que somos de planta / con derecho a descansos y a domingos libres
●Yo misma me sorprendo de mí misma, de lo poco que quedó de mí: / un individuo aislado, del género humano por ahora, / que sólo perdió su paraguas ayer en el tranvía
●En el centro del cuerpo de la holoturia se abre un precipicio / de dos orillas repentinamente ajenas entre sí. // En una orilla la muerte; en la otra, la vida. / Aquí la desesperación, allá la esperanza
●Me alegra, antes de morir, / conseguir siempre despertarme
●Mirad qué felices: / ¡si disimularan aunque fuera un poco, / si fingieran aflicción para animar a los amigos!
●Sé que mientras viva nada me justifica /porque yo misma me lo impido
La vida dura unos cuantos rasguños en la arena
●Solo lo humano saber ser verdaderamente ajeno
●Difícil saber quién es quién por fragmentos
●Es triste por naturaleza el ser humano
●No hay más caminos que aquellos de llegada
●En la prosa puede haber de todo, hasta poesía, / en la poesía tiene que haber sólo poesía
●No hay vida / que no sea, aunque sólo un instante, / inmortal. // La muerte / siempre llega ese instante más tarde. / En vano sacude el picaporte / de una invisible puerta. / Lo que alguien haya logrado, / eso, ya no se lo puede quitar
●La vida, por larga que sea, siempre será corta. / Demasiado corta para añadir algo
●Nada ha cambiado. / El cuerpo es doloroso, / tiene que comer y respirar, y dormir, / tiene una piel delgada y justo debajo de ella, sangre; / tiene una considerable cantidad de dientes y de uñas, / sus huesos son frágiles, sus articulaciones moldeables. / En las torturas, se tiene en cuenta todo eso
●Prefiero que me guste la gente / a amar a la humanidad
●Tan brutalmente oprimida por el cielo / está la nube como la tumba
Mis señas particulares / son el éxtasis y la desesperación
●El instante más fugaz también tiene su pasado
●Después de cada guerra / alguien tiene que limpiar
●Hay tanto de Todo / que lo hay de Nada queda muy bien cubierto
●Quizá no haya un lugar que no haya sido un campo de batalla
●Qué moraleja sale de todo esto: parece que ninguna. / Lo que de verdad sale es la sangre que sea rápida / y siempre algunos ríos, algunas nubes
●Lo real representa lo real, / por eso es mayor su misterio
●No deliran los sueños, / delira la realidad
Todo principio no es más que una continuación
●Árbol clavado en la tierra, / al que se aproxima un incendio




POEMAS PREDILECTOS

AUTONOMÍA
Ante el peligro, la holoturia se divide en dos:
con una parte se entrega para ser devorada por el mundo,
con la otra huye.

Se divide violentamente en pérdida y evasión,
en multa y premio, en lo que fue y será.

En el centro del cuerpo de la holoturia se abre un precipicio
de dos orillas repentinamente ajenas entre sí.

En una orilla la muerte; en la otra, la vida.
Aquí la desesperación, allá la esperanza.

Si existe la balanza, los platillos no se mueven.
Si existe la justicia, hela aquí.

Morir lo necesario, sin exagerar.
Crecer lo necesarios, de lo que se ha salvado.

Sabemos dividirnos, es verdad, también nosotros.
Pero sólo en cuerpo y susurro interrumpido.
En cuerpo y poesía.

A un lado la garganta, la risa al otro,
ligera, callándose rápido.
Aquí el corazón pesado, allá non omnis moriar,
tres pequeñas palabras como tres plumas de vuelo.

El precipicio no nos corta en dos.
El precipicio nos rodea.

VISTO DESDE ARRIBA
En el sendero yace un escarabajo muerto.
Dobló cuidadosamente tres pares de patitas sobre el abdomen.
En lugar del desorden de la muerte: elegancia y orden.
El horror de esta imagen es moderado,
su alcance estrictamente local: de la grama a la menta.
La tristeza no se contagia.
El cielo es azul.

Para tranquilidad nuestra, los animales tienen
         aparentemente una muerte
más superficial, no fallecen, simplemente muere,
perdiendo –así queremos creerlo- menos conciencia y menos mundo,
abandonado –así nos parece- un escenario menos trágico.
Sus pequeñas y humildes almas no nos  espantan por la noche,
guardan las distancias,
saben qué son las mores.

Y así este escarabajo muerto en el camino,
en un estado para no echarse a llorar, reluce al sol.
Basta tanto pensar en él como verlo:
parece que no le haya pasado nada importante.
Lo importante está relacionado supuestamente con nosotros.
Por la vida, sólo la nuestra, sólo nuestra muerte,
una muerte que goza de una preferencia arrebatada.

UNA DEL MONTÓN
Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.

Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.

En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a la medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.

Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos individuo.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.

Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo el cristal de un microscopio.

Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.

Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.

Un tipo de mala estrella
que para otros brilla.

¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?

¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?

El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.

Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.

Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.

Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente.



LA POETA
Wislawa Szymborska nació en 1923 en Polonia y falleció en el año 2012. Es poeta, traductora y ensayista. Ganó el premio Nóbel en el año 1996. También obtuvo otros premios a lo largo de su vida.

Algunas de sus obras: La sal (1962), Cien alegrías (1967), Todo caso (1972), Gran número (1976) y Gente en el puente (1986), hasta llegar a Fin y principio (1993)








HA DICHO 

Mi lengua es una lengua viva. Utilizo frases hechas, lengua coloquial, juegos de palabras, que no necesariamente funcionan en otras lenguas...
No imagino la poesía sin los seres que nos acompañan en la vida: los animales, las plantas... e incluso las piedras. Mi animal preferido es el mono.
La escritura requiere soledad, aislamiento, trabajo y cansancio.
Leo todo el tiempo. Muchos libros de divulgación científica y de antropología, de zoología. Leo a Brodsky, con el que tenía mucha afinidad. Pero como no quiero olvidarme de nadie sólo voy a decir que leo a Rilke. Con él comenzó mi fascinación por la poesía.
Para mí la vida es una aventura con fecha de caducidad.
Cualquier poema bueno se convierte de alguna manera en algo abstracto. Pero siempre tiene que ver con la realidad, con la vida del poeta o con la vida de otros. Las cosas bellas tienen también algo de metafísicas.
Desde niña he tenido tendencia a darle vueltas a un asunto y a buscarle la parte cómica. Hay cuestiones, sin embargo, que ni me hacen gracia, ni me han hecho nunca gracia, ni me la harán: el odio, la violencia, la estupidez agresiva.
El mundo es cruel, pero merece también otros calificativos más compasivos.
No deberíamos someternos jamás a las ideas del grupo. No se puede ser ese
insecto clavado en un corcho con una agujita y una etiqueta debajo. Es mejor poder seguir volando
Intento mostrar que la vida es infinitamente rica, incluso en las cosas que parecen más evidentes. Todas las cosas tienen como mínimo seis puntos de vista: desde los cuatro lados y desde arriba y desde abajo
El yeti es el yeti y la piedra es una piedra. Hay una costumbre excesiva de leer entre líneas, de buscar mensajes secretos. Mi poesía no esconde nada. El día que quiera criticar a los gemelos Kaczynski, los llamaré por su nombre, no los compararé con Rómulo y Remo
Las cosas que no se saben son las que convierten la vida en algo fascinante
El poeta de hoy es escéptico e incluso desconfiado - y puede ser que lo sea sobre todo ante sí mismo. Con disgusto manifiesta públicamente que es poeta, como si se avergonzara un poco.
La inspiración, sea lo que sea, nace de un constante "no sé".
Tengo en tan alta estima dos pequeñas palabras: "no sé". Pequeñas pero con potentes alas. Que nos ensanchan los horizontes hacia territorios que se sitúan dentro de nosotros mismos y hacia extensiones en las que cuelga nuestra menguada tierra.
Asimismo, el poeta, si es un poeta de verdad, tiene que repetir sin descanso "no sé". En cada poema intenta dar una respuesta pero, no bien ha puesto el último punto, ya le invade la duda, ya empieza a darse cuenta de que se trata de una respuesta temporal y absolutamente insuficiente. Así pues lo intenta otra vez, y otra, y más tarde estas pruebas consecutivas de su descontento con respecto a sí mismo los historiadores de literatura las sujetarán con un clip muy grande y las denominarán sus "logros".
El mundo, pensemos de él lo que pensemos, espantados por su inmensidad y por nuestra propia impotencia frente a él, amargados por su indiferencia a los sufrimientos -los de la gente, los de los animales, y tal vez también los de las plantas, pues de dónde la seguridad de que las plantas están libres de sufrimiento-; pensemos lo que pensemos de sus espacios atravesados por la radiación, de las estrellas, alrededor de las cuales se han empezado a descubrir nuevos planetas, ¿ya muertos?, ¿todavía muertos?, no se sabe; digamos lo que digamos de este inconmensurable teatro para el que tenemos una entrada, aunque su validez sea ridículamente corta, limitada por dos fechas categóricas; pensemos lo que pensemos sobre él, este mundo es sorprendente.
Nuestra sorpresa tiene vida propia y no resulta de la comparación con nada.



Por: Gabriela Marta Lago




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